viernes, 27 de noviembre de 2009

RATZEL EN MEXICO LA INFLUENCIA DE SUS IDEAS

Durante el siglo XIX los viajes de alemanes a tierras americanas estuvieron motivados por la curiosidad científica y los intereses coloniales. Vázquez y Rutsch afirman que: “El interés alemán por América se incentivó sobre todo por la actividad coleccionista y la producción científica del Museum für Völkerkunde, de la capital prusiana, ligado a ello por el establecimiento de las primeras cátedras de americanística y de etnología de las universidades de Berlín y Leipzing, respectivamente” .

En este interés por el conocimiento y estudio de las sociedades americanas, seguramente estuvo inscrita la aceptación de Ratzel de viajar a los Estados Unidos, cuando fue invitado por un diario de Colonia para servir como periodista corresponsal, aunque el Kölnische Zeitung lo envió en el año de 1873, “con el cometido expreso de evaluar las condiciones para una futura inmigración alemana” .

Después de un año de recorrer los Estados Unidos y a petición expresa del diario, Ratzel se trasladó al país vecino (Covarrubias, 1989: 170). En 1874, con treinta años de edad, Ratzel llega a México, al puerto de Acapulco, siguiendo la ruta de Alejandro de Humboldt, y viaja al centro del país hasta la capital. Por espacio de un año, recorre los estados de Guerrero, Michoacán, México, Veracruz, Oaxaca y Puebla.

Covarrubias afirma que no habiendo estado programada su visita a México desde Alemania, existen diferencias significativas entre las obras que escribe de los dos países americanos. La obra Ratzel sobre Estados Unidos constituye un estudio científico sistemático, que sigue un orden temático claro; por el contrario, la obra de México es propiamente un libro de viajes “de un científico”, donde la descripción en la narración sigue una secuencia cronológica de acuerdo con la ruta del propio viaje, y por ello la elección del título Desde México. Notas de los viajes de 1874-1875. No obstante, se puede observar en la obra que, ya de regreso en Alemania, Ratzel coteja y complementa las notas de viajes, apoyándose en las obras de Alejandro de Humboldt, J. Burkart, Eduardo Mühlenpfordt, Mathieu de Fossey, Niox, Bayard Taylor, de los mexicanos Francisco Javier Clavijero y Lucas Alamán y en los trabajos de la Comisión Científica de México .

Estos viajes por países tan disímiles de América, sin duda, causó una gran conmoción en Ratzel. Es en América donde su difusionismo radical adquiere su principal reto para comprobar la idea de un desarrollo humano universal (Vázquez y Rutsch, 1997: 127) Así en los Estados Unidos se encuentra maravillado al ir descubriendo la expansión y continuidad de la civilización y el progreso occidental en suelo no europeo, y por el contrario, en México le sorprenderían los grandes contrastes como las marcadas diferencias raciales y culturales de los pobladores; el cambio de tonalidad de los paisajes, del gris y el café de la aridez desértica al verde de las zonas boscosas y las áreas cultivadas; la alternancia entre los altiplanos, los valles y las serranías; y las desemejanzas entre las tierras templadas y las calientes.

Sin embargo, Ratzel encuentra a México poco atractivo, con tan solo algunos oasis de modernidad, difícil de recorrer por las insuficientes vías de comunicación y los deficientes medios de transporte. En su paso por las áreas agrícolas de maíz y plantaciones de plátano del Valle de Oaxaca, escribe: “¡Que agradable nos parecía este pedacito de cultivo cuidado, en este país tan descuidado!... Sentimos más simpatía hacía estas imágenes, que tienen algo de familiar, que hacia la naturaleza virgen o hacia signos de un trabajo insuficiente... A excepción de los altiplanos cercanos a la ciudad de México, jamás había visto una región que causara una impresión tan civilizadora y por lo tanto bienhechora como la del Valle de Oaxaca.

En su opinión, la memoria de la cultura antigua del país, la que denomina como cultura a medias (Halbcultur), le otorga dignidad a México (Vázquez y Rutsch, 1997). Con una idea evolutiva Ratzel opinaba que el estadio intermedio del pueblo semi-culto había tenido su asiento en los altiplanos centrales, como resultado de la fusión de pueblos, producto del sometimiento de los aztecas, un pueblo de agricultores que, en sus palabras, fueron conquistados por los salvajes toltecas procedentes de las estepas y desiertos adyacentes, en una suerte de conjugación entre habilidosos guerreros nómadas y laboriosos agricultores sedentarios (Ratzel, 1889: t. I, 14). La agricultura para Ratzel es el medio por el cual el hombre podía desprenderse del vínculo primario con el suelo y escribe: “el continuo laboreo del mismo terreno en que el hombre vive y trabaja, se concentra la fuerza creadora de éste y se fortalecen sus tradiciones, es decir se crean las condiciones fundamentales de la civilización” (Ratzel, 1889: t. I, 12). La agricultura representaba para él una de las primeras manifestaciones –materiales y espirituales- de la cultura.

Ratzel encuentra que los herederos de la cultura indígena son los mestizos, la forma más acabada de la halbcultur. Éstos como los principales representantes de la cultura mexicana (Covarrubias, 1989: 177), observa este viajero, permanecen asentados en los sitios tradicionales de los altiplanos centrales bajo condiciones geográficas menos favorables que las de las área circundantes, a causa de su estadio cultural intermedio, porque, escribe años más tarde, “la cultura una vez arraigada en el suelo que ha conquistado permanece en él la civilización más tiempo siendo la fijeza territorial uno de sus principales caracteres” (Ratzel, 1889: t. II, 156). Por el contrario, “la cultura, a medida que aumenta [en un estadio superior], va desligándose del suelo en que se ha desarrollado, y crea, a medida que va desenvolviéndose, nuevos órganos que sirven más a los elementos del movimiento que á los de radicación”.

Por otra parte, Ratzel estimaba que la independencia de México había causado devastación y decadencia, incluso retroceso; había dejado profundas huellas observables todavía en esos años (Acervos 23). La asociación de paisajes diversos y mezcla de grupos raciales, de continuidades y discontinuidades en la difusión de la civilización occidental, que el joven científico alemán observa en México, lo llevaron a incluir en el último capítulo de su libro, a manera de epílogo, un escrito sobre la vegetación tropical como metáfora de la cultura mexicana. Interpretando a la naturaleza tropical con su gran variedad de especies vegetales como una masa inasible, informe y dispersa, a causa de la permanente lucha por el espacio ., los viajes de América le proporcionaron los materiales empíricos para elaborar las propuestas teóricas que aparecen en sus primeras obras capitales, Antropogeografía y Las Razas Humanas, de 1882/1891 y 1885/1888, respectivamente.

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